Cualquier persona sana y emocionalmente estable, que comprenda las indicaciones y limitaciones de esta cirugía, puede someterse a este procedimiento, con el objetivo de mejorar el aspecto de la oreja.
Es preciso indicar que, si se realiza en niños, el paciente deberá comunicar su deseo de operarse.

Se realizará un diagnostico, clave para lograr el mejor resultado posible, y se informará de las mejores opciones para cada caso. Es preciso que se indique el consumo de tabaco o de alguna medicación, especialmente Aspirina®, anticoagulantes o vitaminas.
Se entregarán las instrucciones preoperatorias adecuadas.
Es precisa la compañía de algún familiar o acompañante que pueda llevarle a casa cuando se le dé el alta (si es preciso, el centro puede ofrecerle ayuda para resolver esa dificultad) y que, en caso necesario, puedan ayudarle un par de días.

Si el niño es pequeño, se recomienda la anestesia general. Para niños mayores y adultos, se recomendará anestesia local con o sin sedación.
Suele durar entre 1 y 2 horas, aunque en casos complejos puede llevar más tiempo. La técnica empleada dependerá del problema concreto. Generalmente se realiza una incisión y se da forma adecuada a la oreja para obtener el resultado esperado.
La cicatriz resultante de la otoplastia queda disimulada detrás de la oreja.

La mayoría de los pacientes, niños y adultos, se encuentran bien a las pocas horas de la cirugía. Se coloca un vendaje alrededor de la cabeza nada más finalizar la cirugía. Las orejas pueden molestar un poco los primeros días, pero se alivia fácilmente con medicación. En un par de días se cambia el vendaje por uno más ligero, como una una cinta de pelo.
Es importante seguir las instrucciones respecto al uso del vendaje, sobre todo por la noche. Debe evitarse durante el primer mes cualquier actividad en la que puedan doblarse las orejas.
La mayoría de los adultos pueden volver al trabajo a los 3 a 5 días de la cirugía; los niños pueden regresar al colegio en unos 7 días, siempre y cuando tengan cuidado con las actividades físicas.

Cuando es realizado por un cirujano plástico cualificado las complicaciones son infrecuentes y de poca importancia. Sin embargo, como en cualquier otra intervención, existen riesgos: un pequeño porcentaje de pacientes pueden desarrollar un hematoma o moratón que se disuelva espontáneamente o que precise drenaje.
Ocasionalmente, puede producirse una infección del cartílago, cuyo tratamiento consiste en la administración de antibióticos, y se drena sólo en raras ocasiones.

Si bien la simetría perfecta es difícilmente alcanzable, los resultados son muy satisfactorios. Las cicatrices irán disminuyendo con el tiempo haciéndose poco visibles.
En la Clínica Valero disponemos de láseres para mejorar sus cicatrices si fuese necesario, y este tratamiento auxiliar se le ofrece sin costo alguno.